Los deseos básicos: Deseos de Delimitación
Con este post terminamos el grupo de los Deseos Primarios Exógenos, es decir, los que deben ser realizados a través de una persona de referencia, normalmente los padres.
Ya dijimos en el post anterior que el hombre es un animal social, y por lo tanto es fundamental que sea capaz de integrarse y de adaptarse a este medio social que forma parte de su entorno. Y esta adaptación, como casi todo, empieza desde nuestro núcleo más central y primario, desde nuestra relación con nuestros cuidadores.
Los Deseos de Delimitación nos dan la oportunidad de aprender y respetar las normas, de aceptar el error y tolerar la frustración, y por supuesto de volverlo a intentar porque habrá más oportunidades.
Delimitar es marcar el camino, poner los límites que nos ayuden a no perdernos y a caminar seguros.
Hay tres deseos o necesidades en este grupo:
Deseo de ser limitado
Pese a que a los padres algunas veces no nos lo parezca, el niño va a agradecer que se le limite, ya que un niño sin límites está perdido. Somos los padres y cuidadores los que tendremos que enseñarle hasta dónde puede llegar, donde terminan sus derechos y empiezan los de los demás. Los limites dan seguridad, nos hacen sentir que estamos en un entorno controlado y que los peligros quedan fuera. Si hay un espacio sin limites no habrá control sobre él, por eso los niños muchas veces nos retan, necesitan saber hasta donde pueden llegar y por eso está bien que los niños pidan más, siempre y cuando papá y mamá manden, es decir, papá y mamá decidan donde están los limites.
Un niño que crece sin límites estará creándose una idea errónea de lo que es la vida, y cuando tenga que integrarse en el “mundo real” va a tener muchísimas dificultades para entender que no todo vale y para tolerar la frustración. Se sentirá rechazado por sus iguales e incluso podrá tener problemas con la justicia, ya que no ha aprendido que existen normas que hay que cumplir.
Deseo de autoridad desde el cariño.
Pero es importante aprender estos límites desde la imitación y el amor de nuestros padres, a pesar de que sean (y así debe ser) autoridad. Así que aquí hay dos componentes importantes que deben estar unidos, porque la falta de cualquiera de los dos será negativa para el correcto desarrollo del niño.
La relación madre/padre – hijo debe ser asimétrica. En una relación asimétrica las partes no están en el mismo nivel, sino que hay una que está por encima de la otra. Y en la relación con nuestros hijos son los padres los que deben estar por encima y, por lo tanto, ser autoridad. Y aunque parezca muy obvio, seguramente todos hemos oído frases como: “Yo soy amigo de mis hijos” (el mejor, incluso); o vemos padres que pretenden una relación de “colegas” con éstos, por supuesto desde la mejor intención, pensando seguramente que así van a estar más cerca de ellos. Pero con lo que hemos visto ya hasta ahora, es muy fácil entender que el niño va a encontrar la seguridad que necesita sólo en esa asimetría que le coloque en un escalón (o en varios) por debajo de sus padres. Al fin y al cabo esto le dará la seguridad de que sus padres son capaces de llegar donde no llega él, de resolver los problemas que él no puede resolver, de encontrar salidas ante los retos que a él le superan.
Por lo tanto autoridad sí, pero no de cualquier forma. La autoridad debe estar basada en el respeto, el cariño, y por supuesto en la admiración. Cuando esto es así, el aprendizaje se realiza de una manera más sencilla y desde la imitación.
Por el contrario, cuando esa autoridad se ejerce desde el miedo o desde la amenaza de abandono, el niño puede crecer con mucha inseguridad en si mismo. Una actitud dictatorial le hará sentir que no es válido y ya hemos visto la importancia de cumplir los deseos de apego. Ese miedo puede hacer que el niño se convierta en un adulto que rechace el amor, al fin y al cabo ha aprendido que los que más le quieren son los que más daño le hacen y ese mensaje hará que se defienda de cualquier persona que le quiera. Además, también puede engendrar internamente un deseo de revancha y rencor que acabará manifestando cuando él (o ella) tenga autoridad repitiendo los mismos abusos que recibió.
Todos tenemos derecho a una segunda oportunidad. De hecho, debemos equivocarnos y permitirnos el error porque es una de las bases fundamentales del aprendizaje.
Debemos permitir a nuestros hijos equivocarse, y para que se sienta seguro cuando eso ocurra, el niño tiene que sentir que hay más oportunidades, debe tener a alguien que le diga cómo hacerlo bien y que no le ponga una etiqueta de por vida por una equivocación. Cuando sucede esto último no hay admiración incondicional, porque la admiración está condicionada a no fallar y esto genera mucha angustia anticipatoria ya que si no hay segunda oportunidad nos lo jugamos todo a una carta. Por lo tanto, el niño crecerá viviendo cada momento como si se jugara la vida o el ser, no es de extrañar entonces que se generen muchos sentimientos de ansiedad y de peligro permanente.
Como veis, si tenemos en cuenta todos los deseos básicos que hemos visto y damos la posibilidad a nuestro hijos de poderlos realizar, les habremos facilitado muchísimo el camino que tendrán que andar después solos. Y aunque la vida les traerá momentos buenos y otros no tanto, serán capaces de afrontar estos últimos muchísimo mejor desde la seguridad, la independencia y la fortaleza que han adquirido, y así seguir avanzando. Creo que este es el mayor reto que tenemos como padres, pero el que nos va a dar también mayor satisfacción.
Mónica González Agüero
Psicóloga especialista en terapia infantil y adolescencia
Gracias!!!!!!! Ha sido una apreciación muy compacta y muy bien explicada! el artículo es muy bueno. Te lo agradezco muchísimo. Gracias!!
Muy buena entrada. Entiendo muy bien lo que explicás, he crecido en un ambiente muy disfuncional y el asunto de la muestra de afecto y de límites no marcados o mal marcados es fundamental para la salud mental.
Quiero invitarte a leer la última entrada de mi blog (“EDNOS”) basada en vivencias y charlas con psicólogos y pacientes de trastornos alimentarios.
Un abrazo
Muchas gracias, Mónica, por éstas entradas.
Disfrutando y aprendiendo con/de mis hijos… ¡Mis “buditas” 😉
Gracias por tu estupenda sintesis sobre este tema, estoy muy interesada en todo lo que se refiere a la familia, por tanto a los hijos y como les influye las actuaciones de los padres. Gracias de nuevo.