La guerrera
Esta historia la escribí para una valiente guerrera que está librando la que es, sin duda, la batalla más difícil de su vida. Agradezco también su generosidad al permitirme compartirla con todos vosotros, para que todos entendamos que, aunque a veces nos sintamos solos en mitad de nuestras más duras batallas, siempre hay alguien luchando a nuestro lado por los mismos objetivos.
A todos/as los/as guerreros/as y en especial a la guerrera de Israel, os mando mucha fuerza y os recuerdo que luchéis contra todo lo que os ataque… ¡menos contra vosotros mismos!
No te fies de las apariencias – dijo el más anciano de los dioses- debajo
de esa armadura de guerrera está la suave piel de una mujer que añora la
sensación del viento, el calor del contacto y la libertad de la paz. Pero
ha batallado tanto tiempo que cada vez que su armadura cae se muere de
miedo.
Pero es que no se da cuenta de que ya no es necesaria la guerra, que ha
ganado las más importantes batallas, que al no quedar contrincantes ya
solo lucha contra ella – respondió el angel de la guarda de aquella
guerrera, que deseaba ya sentarse a descansar y disfrutar con ella de los
retos conseguidos.
Paciencia, mi joven angel, paciencia, ¿cuando la guerrera no ha sabido
superar un reto? Ya sabes que la lucha contra si misma es la batalla más
dura, esa que no se gana con la fuerza, ni la inteligencia. Contestó
tranquilo el sabio.
Entonces ¿cómo puedo ayudarla? ¿con que armas se puede ganar esa batalla?
– respondió airado el ángel como si la paciencia que se le solicitaba le
quemase.
El sabio, tomándose un tiempo para contestar, cambiando el tono de voz para tranquilizar al ángel dijo -Sólo hay un arma para ganar esa batalla y ella sabrá
descubrir cual es, siempre lo ha hecho.
Dime sabio ¿Cuál es ese arma? ¿Cómo puedo ayudarla a conseguirla?
-preguntó cada vez más excitado el joven ángel.
Ese arma es el amor y ella no tiene que conseguirla porque, aunque todavía
no pueda verla al estar sus ojos todavía nublados por el polvo de
tantas y tan cercanas batallas, es un arma que ya tiene con ella.
Y entonces ¿qué puedo hacer yo? ¿cómo ayudarla?
Con esa pasión que tienes por ella ya la estás ayudando -comenzó diciendo el sabio- simplemente quedate a su lado y permite que sienta el calor de tu presencia, el calor
de ese amor con el que la has protegido todos estos años, deja que se vaya sintiéndo tan segura que ya no sea necesario levantar la espada. Sólo ese calor puede conseguir que ella se pare y, como dice el tópico, deje de buscar fuera lo que tiene dentro.
Y el joven ángel con un gesto de agradecimiento se fue lleno de energía a
su lado, porque, por muchas armaduras que ella se pusiera, estaba seguro
de que sería capaz de llegar hasta ella y acompañarla en aquella aventura que, aunque a veces más difícil que la más dura de las batallas, tendría la recompensa de mayor valor, su libertad.
Todos somos sabios, ángeles y guerreros. Las paradas en el camino te hacen rescatar a determinados personajes, que viven en tí.
“Simplemente quédate a mi lado y permite que sienta el calor de tu presencia”.
Gracias a Julieta París decidiste abrir un blog. Yo debo mi gratitud a ella y a tí, por ese empujón necesario. Siempre fuiste mi ángel, mi sabio, mi guerrero, mi amigo. GRACIAS.
TAMARA
elpianohuerfano
martes 27 de mayo de 2008
EL SABIO
El sabio no menciono nada sobre un nuevo encuentro, ese encuentro tan deseado, tan esperado, de esos que con el tiempo ya no tienes ganas de tenerlos , no se si me explico…Hay veces que la espera es tan larga que se pierde la magia.
Puede que la magia sigue pero tu ya no la deseas tanto, es como un largo camino sin final…no se
es que ya no cuentas los dias ni los segundos, ya eres libre y solo te queda la sabiduria…
Es el regalo que deseas en este momento magico y luego tu sabes que te lo van a dar que vas a tener ese encuentro, pero con otra esperanza con otra ilusion aun que un regalo es simpre un regalo y hay que agradecer, hay momentos que necesitamos mas ese regalo que otros……no lo se ………….quizas el sabio tarda se hace esperar mucho…..puede ser que el sabio no es tan sabio???????????
El sabio escribe, cada palabra es tan sagrada, significada y yo trago las plabras, vibro con su sabiduria , lloro por no tenerlo un poco mas cerca, y es que el sabio escribe y no ME escribe, solo escribe sabidurias y yo que tanto quiero una palabra para mi.
Y yo, como buen guerrero de lo invisible que soy, me dispongo a dejar de luchar contra los gigantes que tan solo existen dentro de mí.