Gafas de abeja
Desde el amanecer del otro día no paran de sucederme cosas mágicas, casualidades que surgen en el momento apropiado o gente que se acerca con regalos. Parece que cuando la luz ilumina tus días lo que encuentras en ellos súbitamente se transforma.
Eso hace que me acuerde de una metáfora que me regaló hace tiempo una compañera a la que le tengo gran respeto y que ahora se que está extraída del libro “Regálate felicidad” de Carlos Maestro. Me contó que podemos elegir vivir la vida con gafas de abeja o con gafas de mosca y… ¿qué quiere decir esto?
Todos llevamos en nuestro bolso unas gafas de abeja y unas gafas de mosca, luego miras, ahora mejor sigue leyendo. Cuando una abeja emprende el vuelo… ¿Qué va buscando? Pues el polen que se encuentra en las flores y con el que podrá elaborar su preciada miel (además de polinizar el planeta) ¿Y cómo son las flores? Pues de vivos colores y agradable aroma.
Cuando una mosca emprende el vuelo… ¿Qué va buscando? Pues si eso, porquería, mierda, que también tiene su peculiar color y olor.
¿En el mundo de las abejas no hay mierda? Seguro que si, pero… ¿Dónde aterrizan las abejas?
¿En el mundo de las moscas no hay flores? Pues evidentemente si, pero… ¿Dónde aterrizan las moscas?
Por eso tienes que tener mucho cuidado con las gafas con las que eliges vestirte, porque dependiendo de las que te pongas así aterrizaras en unos lugares o en otros. El mundo es un jardín en el que hay de todo, de ti depende donde pones tu atención y de eso cómo va a ser tu vida.
Las ultimas investigaciones neurológicas hablan de como el cerebro es capaz de filtrar la información para solo dejar entrar aquellos datos que estemos buscando, rechazando todos los que no cuadran con lo que esperamos. Además el cerebro sufre un efecto que se llama “presentismo“, quiere decir que tiende a imaginar el fututo y recordar el pasado teñido con la emoción que sentimos ahora mismo. Por eso es tan difícil para una persona deprimida imaginar que las cosas cambiarán, porque cada vez que se imagina el futuro lo imagina sintiéndose tal y como se siente ahora. Con su pasado hará lo mismo, tenderá a amplificar aquellas situaciones que le hicieron sentir mal (tal y como se siente ahora) y a minimizar y rebajar cualquiera en la que se sintiese bien (pensando que se sintió peor de lo que realmente fue). Lo mismo pasa cuando te sientes bien, tiendes a pensar que el futuro será bueno contigo y a recordar mejor de lo que fue tu pasado. Así distorsiona la mente nuestro presente, pasado y futuro. De alguna manera distorsionamos la realidad para que se adecue a lo que nosotros pensamos, esa es la esencia del pensa-miento, y por eso es tan importante hacer un pequeño esfuerzo y comprometernos a colocarnos las gafas de abeja.
Pero es difícil, tenemos la evolución y el cerebro en contra, cada vez que sentimos estrés el sistema limbico se prepara para solo observar lo negativo. Algunos me habréis oído el ejemplo de las cebras en la sabana, en un día precioso, con un sol que calienta pero no quema, un río de aguas cristalinas corriendo al lado, la hierba fresca… ¿Como se sienten las cebras? genial ¿no? (el único animal del planeta que se sentiría mal en una situación así sería el ser humano porque… no hay leones, ¡pero podrían venir!). De repente cambia el aire y viene olor a león ¿que hacen las cebras? pues ponerse en tensión y mirar hacia los leones para ver con que intenciones vienen estos ¿no? Bueno, excepto una, una cebra que ha ido al psicólogo y ha leído muchos libros de psicología positiva, que dice: “pero por favor, con la cantidad de cosas bonitas que tenemos en la sabana, el sol, el río, la hierba fresca… ¿y vosotras os fijáis en lo único malo, los leones? yo voy a ser positiva y me voy a centrar en lo bueno”. ¿Qué pasa con esa cebra? Pues eso, que muere, feliz y positiva pero muere. Y como nosotros compartimos una parte del cerebro con los mamíferos pues cada vez que entramos en estrés (la respuesta del organismo ante el peligro) nuestro cerebro se centra en detectar sólo lo negativo. Eso es una herencia genética que no podemos evitar y que era muy útil en la selva, pero ¿los peligros de ahora son realmente peligros de vida o muerte?
Por eso es tan importante que desde nuestra parte racional compensemos ese efecto neurológico de tendencia hacia lo negativo y tratemos de observar todas las cosas bonitas que hay a nuestro alrededor. Porque sin duda están ahí, pero a veces es difícil verlas. Una vez colocadas las gafas de abeja la vida parece cambiar y encontramos todas esas flores que antes parecían ocultas o esquivas. Os invito a que probéis y luego me contáis. El Universo está en perfecto equilibrio y, teniendo como tenemos la capacidad de poder elegir… ¿por qué no elegir darle importancia y regalarle nuestra atención a las cosas buenas? Como mínimo tanto como de las malas.
hablando de reaglos y de selvas en los ultimos tres dias, llego a mi vida una amiga de Galicia, que a traves de su silencio un silencio muy raro que me hico rabiar, chillar, humillar hasta salir de mi misma y ella alli tan callada, asi que me quede escuhar su silencio que me llevo a discubrir los lugares mas desconocidos de mi selva, lugares tan profundos que no sabia que existen, y desde su silencio aprendi que hay momentos para honrar todas las cosas, pero ninguna importa demasiado. Las formas nacen y mueren, pero me enseño, (si, si me enseño sin hablar durante tres dias con ella)
que yo soy consciente de lo eterno que esta detras de las formas.
sabes que nada real puede ser amenazado, cuando este en estado se ser ¿como puedes fracasar? ya has triunfado – eso me dijo – sentada en el sofa de su casa sin hablar. curioso
Sin duda el silencio es maestro, lo práctican desde hace décadas en Oriente, te lleva directo al interior, al SER, a tu esencia más presente. Es una lástima que aqui en Occidente sólo se nos eduque el hemosferio izquierdo, es una pena que no sepamos parar a escuchar. Nuestra mente se siente tan insegura en el silencio, donde no puede controlar, que empieza un rollo interminable de pensamientos. Y como la excusa para activarse es que algo vaya mal (y además la activación viene desde el miedo al silencio) pues imaginar que gafas lleva puestas nuestra mente cuando empieza con sus interminables pensamientos circulares. Así acabamos donde acabamos.
Me quedo con las gafas de abeja y ¡a buscar amaneceres con flores! que quiero hacer miel, mucha miel…
es el metodo que estoy usando y te aseguro que a veces te puedes llegar hasta la locura (bueno en mi caso no es tan dificil jeejee) pero, su silencio me deja conectar cosas que han estando escondidos dentro de mi toda mi vida.
y tu cristina que estas preparando que hace tiempo que te veo venir…
Me ha parecido BRILLANTE. El post que mas me ha gustado hasta ahora (y ya sabes lo que me gusta tu blog…). Me gusta lo que transmites, y lo que más, la emoción desde la que lo has escrito… Gracias
y con tu permiso añado: sobre las cosas que me llegan con el sliencio y las gafas y la conexion con mi cuerpo
en un organismo plenamente funcional, la emocion tiene una vida muy breve. Es como una onda u ola mometntanea que se existe-de por ls supreficie de tu Ser. Pero cuando no estas en tu cuerpo la emocion puede sobrevivir dentro de ti durante dias y semanas, o unirse a otras emociones de frecuenia similiary convertise en cuerpo-dolor, un parasito qeu puede vivir dentro de ti durante años, alimentandose de tu energia.
por eso el silencio y el saber escuchar viene del cuerpo entero de nuestro ser.
y ayuda lo estoy haciendo ahora
Un bonito regalo del destino el descubrimiento de este blog.
No soy una gran lectora de blogs. Por lo general, falta calidad y/o contenido. Tú has conseguido aunar esos dos valiosos pilares para mis lecturas.
Vienes, ángel, en un momento necesario. Te leeré con atención y espero que me envíes aquello que me prometiste. Prometo intentar cambiar la graduación de mis gafas.
Un beso
Muy interesante! y con tu permiso yo me atrevería a ir más allá y creo que las gafas de abeja también se pueden catalogar como las “gafas de la mirada de AMOR” (de ese que nace en lo más recondito del alma) el que nos hace apreciar y disfrutar desde lo que equivocadamente se le suele llamar: “pequeñas cosas de la vida” hasta las más grandes. Esa mirada que combinada con una buena dosis de egoísmo (sin llegar a la egolatría) nos hace las funciones de ecualizador de nuestra escala de valores y de nuestra felicidad. Y además tiene la gran ventaja que son unas gafas que tod@s llevamos dentro.
Gracias por recomendarnos esta lectura (curso sobre prevención de estrés para el profesorado), además de ofrecernos la oportunidad de conocer y compartir este espacio. Me sorprende cómo ejemplos tan obvios y reveladores, cuando eres consciente de los mismos, pueden ayudar a cambiar el modo de vivir la vida (valga la redundancia). Gracias por compartir lo que sabéis con los demás. Como escribió Paul Arden:
“Las ideas son de todos. […]Están ahí, en el aire. Basta con estar predispuesto para poder cazarlas al vuelo.[…]En cierto modo, cuanto más dé, mayor será la recompensa”. Felicidades, la sesión del curso ha sido estupenda.
Es un símil precioso Antonio, gracias por compartirlo.
Me surge una duda, cuando nos fijamos en lo bueno de la vida, de la misma forma que ocurre con lo malo, ¿no es una valoración del ego y por lo tanto seguimos alejándonos de nuestra esencia? Yo he sentido y estoy viviendo la experiencia de ponerme las gafas de abeja, todo mi entorno se ha transformado, pero muchas veces siento el miedo de desequilibrarme hacia ese otro lado.
¿Cuál sería el camino del medio? ¿Qué sientes en ese camino, sólo bienestar? ?Y cómo diferenciarlo de un camino de bienestar del ego?
¿Y mi comentario?
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