Una excursión de vida
Empezaba en día con una meditación en la que en un momento de distracción apareció la figura del Lama Lundrup con aquel mensaje que me dio hace unos años en Nepal antes de entrar en Tibet: “no hagas solo un viaje turístico, haz un viaje espiritual”. No me di cuenta del significado del mensaje que me había llegado hasta avanzada mi excursión de ese día, la visita al Cañon de las Buitreras, que no iba a ser sólo una excursión sino un viaje simbólico… Y es que los diferentes momentos que fui viviendo me recordaban de alguna manera a las diferentes etapas de la vida.
Etapa 1. El inicio… asombrarse de la belleza de la naturaleza. En los primeros momentos de la excursión caminas con un objetivo pero sin mucha consciencia. A la vez vas completamente abierto, asombrándote con cada detalle que hay a tu alrededor. Así empecé yo el camino, con los ojos bien abiertos tratando de absorber cada detalle de la belleza que me rodeaba.
Etapa 2. La velocidad. El deseo de llegar a lo más alto hace que pases de largo lo importante, no estás todavía preparado para valorarlo, quieres triunfar, comerte el mundo así que avanzas deprisa, sin pararte a percibir los detalles, lo único importante es llegar al objetivo, el camino es un mero trámite para llegar a la cima.
Etapa 3. La realidad y su dureza. Tras pasar sin pararme la laguna azul empieza el ascenso a lo alto del cañon y la realidad te ofrece la otra cara de la vida, esa que se convierte en cuesta arriba. En la que los retos van acompañados de un gran esfuerzo, donde las cosas ya no te las dan hechas sino hay que currárselas, donde de vez en cuando hay que pararse a tomar aire. Es una etapa de empuje, en la que en el camino vamos dejando muchos cadáveres, proyectos que despreciamos, personas que no valoramos, miles de senderos que dejamos a un lado. Y a la vez otras muchas personas nos acompañaron y fueron fundamentales, nos guiaron y nos apoyaron en los repechos más empinados. Hay también complicidad en las ambiciones compartidas, también competición… Seguimos empeñados en llegar a lo más alto, cueste lo que cueste, nuestro ego nos domina esclavo de las exigencias de éxito sociales.
Etapa 4. La conquista, llegar a lo mas alto. Y entonces un día sientes la plenitud de haber llegado a lo más alto. Y te sientes cansado pero tremendamente satisfecho, has logrado el objetivo.
Y disfrutas de tu éxito, te comparas con los demás, exhibes tus logros y disfrutas de su belleza…
hasta que te das cuenta de que allí es también donde abundan los buitres, impresionan volando tan cerca, uno pasa por debajo de ti y te deja sin aliento… hasta te preguntas si con tanta lucha y esfuerzo no te has convertido en uno de ellos…
Etapa 5. La reflexión, darse cuenta de lo importante. Descansar, recomponer fuerzas antes de empezar la vuelta atrás, la búsqueda de aquello que en la vida es más importante, tras darte cuenta de que no es el éxito, ni los logros, ni estar en la cima, lo importante es el Amor. Así que empiezas a bajar para volver a encontrar lo que en el camino de subida dejaste atrás. Bajando es más fácil el avanzar, todo fluye, aunque también te das cuenta de la importancia de frenar, de dar cada paso con consciencia, si la subida fue un esfuerzo físico importante al bajar ir demasiado deprisa podría hacerte resbalar con facilidad. Aprendes a ir despacio, sintiendo cada paso, apoyando bien paso tras paso…
Etapa 6. Volver a la esencia. Llegar al agua que es la que en el fondo alimenta y es fuente de vida. Y en ella realizar un bautismo, desde la madurez que te permite distinguir y elegir lo que quieres. Purificar el alma y el cuerpo dejando que el sol, el viento y las heladas aguas limpien tu aura y se lleven todas las energías que pertenecen al pasado para vivir un renacimiento, un nacer a tu verdadero Ser. Y es que el bautismo, tal y como lo hizo Jesús, no debería ser al nacer sino ya entrada la vida, cuando te ha dado tiempo a sentir el no-Ser y a descubrir quien Eres en realidad, desde la madurez que te permite descubrir lo divino que hay en ti más allá de las historias que ha creado tu ego, libre de condicionamientos y de miedos para poder expresar desde lo más profundo tu esencia.
Y entiendes que estás en el lugar apropiado en el momento adecuado, si hubiese parado en el camino de ida en la laguna, no hubiese podido hacer el ritual con la misma consciencia, tras haber vivido las experiencias que hay que vivir para abrir los ojos. Igual que Buda tuvo que vivir en el samsara antes de abrir las puertas del nirvana, igual que hay que tener una experiencia terrenal antes de poder volver al Todo, en la última etapa.
Etapa 7. Disfrutar del camino de vuelta a casa. Tras descubrir el sentido vital y renacer a él comienza el retorno a casa. Caminar seguro el sendero de vuelta, disfrutando de cada paso sabiendo que al final del camino estás tú mismo, está la vuelta al Todo, a un nuevo comienzo. Es cuando te permites ir avanzando lento, también es momento de, ahora que sabes el camino, guiar a otros. Es el momento de la vida en el que los hijos son adolescentes y necesitan de verdad una guía sabia y un modelo que sea referente. En nuestros días, donde todo llega más tarde, igual es el momento perfecto para tener hijos al ser consciente de la importancia de compartir ese Amor que inunda tu corazón tras el renacimiento de la etapa anterior.
Es sorprendente la energía renovada que te lleva por el camino de vuelta a casa y es que cuando miras atrás y sientes que has realizado aquello para lo que viniste a esta vida las piernas no pesan. A la vez parece que el tiempo se acelera, el camino de vuelta se hace sorprendentemente corto, cada paso es más rápido, no importa el cansancio acumulado en el camino cuando sabes que al final del mismo, simplemente regresas a casa.