Etapas de la vida

Etapas de la vida

El otro día me preguntaba una amiga sobre los problemas de su hija adolescente, su rebeldía y su actitud retadora continúa. Yo le respondí “es normal, es lo que toca en esa parte de la vida”. “Es que hasta ahora había sido tan buena…” añadió ella. “Precisamente por eso… es momento de rebelarse para poder separarse de ti y ser ella misma, cuanto mejor ha sido hasta ahora más se parece a ti y con más fuerza se tiene que separar” le expliqué.

La vida es una evolución continúa que tiene diferentes etapas, cada una de ella con sus características especiales y sus necesidades específicas. Cuando una de las etapas no es satisfecha nuestra vida, en ese aspecto, queda bloqueada y aunque en otras áreas hayamos evolucionado en esa actuaremos como si estuviésemos en una etapa anterior. Por ejemplo, podemos ser muy adultos en nuestro trabajo o en la resolución de problemas, pero en cuanto en el aspecto emocional nos sentimos abandonados nos convertimos en un niño pequeño que necesita desesperadamente atención y cuidado, aunque como tenemos cuerpo, voz y edad de adultos lo que provocamos en los demás es alejamiento consiguiendo menos de eso que necesitamos. De hecho, cuanto más esperamos que otro cuide de nosotros más nos estancamos en esa fase. La salida, como se dice en tantos textos, está dentro, en que despertemos a nuestro adulto para que se haga cargo de ese niño interno que somos como veíamos en el Camino para la reconexión con el Ser.

Vamos a hacer un repaso rápido por las diferentes etapas y las necesidades que hay que realizar en cada una:

IMG_1656Bebé – Lo que necesitamos cuando somos bebés es ser cuidados constantemente. Ser protegidos, amados incondicionalmente y realizar nuestros los deseos básicos de modo que nuestro cerebro emocional, el único funcionando en ese momento junto con el reptil, se sienta seguro. Las carencias en esta etapa provocarán memorias muy profundas e intensas de miedo que luego podrán manejar nuestra vida inconscientemente.

Niño – Cuando somos niños toca abrirse al mundo, aprender los valores de nuestra familia y las normas que nos puedan hacer vivir en sociedad. De alguna manera estamos siendo, como dirían los toltecas mejicanos, domesticados. Además, seguimos necesitando ser cuidados y realizar nuestros deseos básicos pero ahora ya no sólo en nuestra familia cercana sino IMG_1218abriéndonos al mundo. Seguimos siendo muy dependientes y vulnerables así que las carencias aquí siguen determinando nuestra vida futura. De hecho, muchas terapias se dedican al “niño interior”, esas partes de nosotros que como no obtuvieron lo que necesitaban se han quedado bloqueadas en esas necesidades.
Adolescente – Es el momento de rebelarse. Hemos incorporado los valores y las creencias de nuestros padres así que si queremos ser nosotros mismos toca romper con ello y crear nuestro propio sistema de valores. Cuanto más “bueno” ha sido el niño mas ha actuado según el sistema de creencias de sus padres por lo tanto más se tiene que separar o romper con ellos para crear su propia identidad. Si no realizamos este proceso seremos personas actuando con una máscara adaptada a lo que se pide de nosotros, estaremos seguros pero difícilmente nos sentiremos realizados porque no estamos expresando nuestra verdadera naturaleza sino solo la que se espera de nosotros. Es la etapa para viajar desde la dependencia de la niñez hacia la independencia del adulto.

Adulto – Una vez que nos rebelamos a la domesticación y hemos construido nuestro propio sistema de valores entramos en la edad adulta. Es el momento para afianzar quién soy, vivir según mis propias reglas y, sobre todo, responsabilizarme completamente de mi vida incluyendo hacerme dueño de mis emociones, de mis decisiones y de las circunstancias que rodean mi vida. En definitiva, es el momento de ser YO MISMO. Es una época en la que desde la independencia, la libertad
y la capacidad de cuidarnos a nosotros mismos elegimos compartir nuestra vida con otros creando relaciones interdependientes en las que el todo es más que la suma de sus partes. Desarrollamos nuestra misión personal en la vida y estamos capacitados para cuidar a otros. Una de las claves es precisamente aplicar esas estrategias que funcionan en el cuidado de otros, especialmente nuestros hijos, a nuestro propio niño interior. Con las habilidades que ahora tenemos podemos satisfacer las necesidades que los adultos de nuestra niñez no fueron capaces de completar.

foto aancinAnciano – Cuando entramos en la ultima parte de la vida alcanzamos una madurez que nos permite ver la vida con sabiduría. Comprendemos e interiorizamos los principios universales viviendo con serenidad, equilibrio y sintiéndonos uno con la vida y el universo. Desde esa conexión profunda dejamos de “luchar” contra la vida y recuperamos la mirada inocente del que ha comprendido el sentido de la vida. Cuando se dice que los ancianos son como niños no falta razón, y no porque sus limitaciones físicas les hagan más dependientes, sino porque recuperan esa inocencia infantil que permite conectarse profunda y abiertamente con la vida, como decía Eckart Tolle, hay una rendición en Dios desde una comprensión interna y profunda de que no hay nada contra lo que luchar. Es por eso que muchos abuelos se relacionan con sus nietos de manera muy diferente a lo hicieron con sus hijos, ya no son adultos sino sabios ancianos.

 

El viaje de la vida comprende pasar por todas las etapas, cuando nos quedamos estancados en alguna nuestro proceso se paraliza y la vida, que es generosa, nos da múltiples oportunidades para evolucionar. A veces, si nos resistimos esas oportunidades son desagradables, crisis, enfermedades, traiciones… aquello que necesitemos para salir de etapas pasadas y actualizarnos a todas las posibilidades que tenemos con los recursos que tenemos ahora a nuestra disposición.

Os deseamos buen viaje.

 



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