Declaración de Amor
Quería contarte, amor, el bien que me haces, porque es escaso el tiempo que dedico a agradecerte lo mucho que me quieres, sin condiciones.
No podría vivir sin ti, me haces tanta falta…siempre estas cuando dudo de mi, cuando me enfado y cuando no veo sentido a nada, pero también estas al pie del cañón en la celebración de las buenas nuevas, en los logros merecidos y en los arranques de comerme el mundo, esos en los que hasta la fuerza mas indestructible me pide consejos de como proceder.
Y es que no hay día de mi vida que me imagine sin estar contigo. Eres el pecho donde apoyo mi espalda si lo que viene me hace temblar de miedo, la mirada orgullosa y picarona cuando me ve ante el espejo y siente que no hay cosa mas bella encarnada en piel y hueso, y la mano que acaricia mi cabeza y cosquillea mi tripa antes de dormir.
No hay nadie en este mundo que me quiera mas que tu, lo sé, lo siento…y eso que, a veces, soy yo quien en vez de apoyarme, empuja tu pecho y te culpa de ser quien no me deja avanzar, el ser que te desprecia y ridiculiza por mirarme con ojos de deseo al verme siempre deslumbrante, y la fría criatura que sustituye tu hueco en la cama por cualquier otra compañía que ansia algo mas que cosquillas, pero solo hasta mañana.
¿De dónde te viene la fuerza para soportar la neura de la exigencia? Es cuando tus ojos chispean, llenos de comprensión y ternura, que abrazas mi resistencia sin tocarme, hasta que caigo y me dejo cuidar en tus brazos, que son tan reconfortantes como los de la madre que mece al compás de una nana que no para nunca.
¡Y que me dices de tu siembra de piropos, que tan bien cuidas y riegas, para que pueda salir a recogerlos cuando esté de humor y llenarme el pelo de colores que alegren el día!
Nunca has cuestionado mis elecciones, ni te has acercado lo más mínimo al “ya te lo advertí”. Me has enseñado a sentir que quien llega y se queda es igual de valioso que quien pasa y me tambalea, porque con esos mimbres que vino a dejar, más bonita queda mi cesta.
Qué crueles somos a veces con quien más nos ama…por eso te propongo un trato: ahora me toca a mi ser el sostén, y prometo aprender con el alma en la mano. Solo te pido paciencia, aunque bueno, con solo una pizca de la que ya has tenido todo este tiempo, construiremos algo muy grande, porque ahora si tengo claro que me entrego a tu merced, porque en ti confío mas que en nadie.
Hasta que la muerte nos separe y contigo hasta las entrañas, mi alma gemela, mi amor…propio
Tamara Berbel
Psicóloga