El camino. Día de perdón
Tras una tarde de reflexión y tranquilidad en un sitio precioso que por suerte, o por desgracia porque es una pena ver todo tan vacío, tuve todo para mi y mi trabajo interior empiezo la etapa con fuerzas renovadas.
Apenas tras unos minutos de caminata se abre en mi mente el tema de hoy: el perdón. Es un tema que he tratado muchas veces y no recibo ninguna información nueva. Cuando me dispongo a perdonar a las personas con las que he podido tener conflicto se produce una calma absoluta. Con la certeza de que no hay nada que perdonar, que cada dolor sentido ha tenido una causa más interna que externa y que equilibrándolo aparece el agradecimiento por todo lo aprendido. No hay nada que perdonar porque, tras disolver la luz y la sombra ayer, comprendo que no hay malo sin bueno y viceversa.
Hoy veo con Amor todas las relaciones del pasado y camino en paz. Dedicó un tiempo a pedir perdón a las personas que he podido dañar, desde mi ignorancia y egoísmo. Y de ahí salto al tema principal que es el perdón a mi mismo, aprovecho que camino junto a mi niño interior para hablar con el y pedirle perdón por todos los momentos en los que lo he abandonado, descuidado y desatendido. Y, sobre todo, por todos esos momentos que inconsciente me he dejado llevar por sus miedos, sus creencias y sus necesidades insatisfechas. Por no protegerle en ese momento haciéndome cargo de la situación desde el yo adulto y poner mis recursos de adulto a sus miedos de niño. Me pido perdón por todos los momentos de incoherencia, de olvidarme de mi para satisfacer al otro, por los momentos de mendigar amor y huir de él. Por todo lo que me he juzgado a mi mismo proyectándolo en los demás y por tantos momentos inmovilizado por la culpa. Ante todo eso me pido perdón y, hasta donde pueda porque ahora se que cada uno hacemos lo que podemos con el nivel de conciencia que tenemos, me comprometo con escucharme, respetarme, protegerme y vivir según mis creencias en vez de las aprendidas de niño.
Protegido por esos bosques verdes que son uno de los grandes regalos del camino el perdón se produce en unos minutos, aunque aquí me esté enrollando estoy describiendo un proceso increíblemente rápido, supongo que es una nueva recolocación de las piezas para llevarme un paso más lejos. Y una vez en su sitio siento una paz, una compasión y una tranquilidad muy grandes en mi interior.
Y la certeza de que es momento de vivir de manera suave, de soltar los dramas, de vivir la mayor de las intensidades que no es una pasión hacia fuera sin una fuerte conexión hacia dentro y eso se vive con mucha calma y suavidad.
Suavidad es la palabra de hoy, hacia mi y hacia los demás desde el amor, desde la compasión, desde la certeza.
Y como el camino está lleno de señales al parar a descansar unos minutos me encuentro con esta imagen en un estanque. No sé si en mi vida he buscado más a “mi flor de loto” (gracias Héroes por tantos momentos) o a mi princesa encantada. Lo que si sé es que ambas fantasías se quedan hoy en el camino para abrirme a un amor más real y coherente.