
Día 40 de la cuarentena. Transmutación
Si en la visita al desierto de junio hice un proceso de transformación en esta cuarentena que acabo de terminar he hecho un proceso de transmutación.
La transformación es obtener información del campo para cambiar cosas dentro de ti en un proceso creativo. El trabajo del verano estuvo centrado en observar aquellas cosas que todavía me tenían atrapado, esclavo de mis miedos, de mis creencias y de la programación que había construido mi mente para defenderme de los supuestos peligros que amenazaban mi supervivencia y mi ego. Esta programación me hacía repetir patrones de conducta que provocaban sufrimiento, a mi y a mi alrededor. Tras la transformación empecé a disfrutar de los cambios y con ellos mi vida dio un giro que me preparó para lo que estaba por venir.
Tenía razón cuando decía que cuarenta días en el desierto no me iban a permitir escaparme de lo que me quedase por transformar, además, la conciencia me puso las experiencias adecuadas para poder dar un salto cuántico y desde entonces empezó un proceso nuevo, la transmutación.
Transmutar es tomar lo que tenemos dentro y llevarlo a energía punto cero, es alquimizar la energía de la materia llevándola a la Conciencia para que algo mayor a nosotros nos guíe en el cambio. Y en estos últimos días de cuarentena he dejado ir, he soltado aquello que sobraba en mi vida para poder hacer hueco para lo que deseo construir en mi vida.
Porque deseo que mi vida sea diferente a lo que ha sido hasta ahora, voy a hacer uso de la capacidad que tenemos para construir la vida que deseamos. Y me atrevo a decir que no solo es una capacidad sino que es una misión de vida, lo que más nos puede llenar y dar satisfacción es realizar aquello que está en nuestro camino de evolución, cuando realizamos aquello que expresa la mejor versión de nosotros mismos tenemos una sensación interna de certeza, de bienestar, que nos guía. Que nos dice “por aquí es, éste eres tú”, mientras que el sufrimiento nos da el mensaje complementario “por aquí no es, te estás empeñando por una falsa sensación de seguridad, pero este camino no te lleva a realizar más tu ser”.
Para nuestra mente soltar lo conocido es realmente difícil, necesita conocer para tener seguridad, su mayor objetivo es el control sobre la realidad porque eso beneficia a la supervivencia. Pero el control limita nuestro potencial, nos encarcela en jaulas de percepción muy limitadas, nos priva de la información necesaria para expandirnos y realizar nuestros sueños. Porque la mente debería hacer eso, soñar, imaginar porque solo podemos realizar aquello que hayamos imaginado antes. Si renunciamos a imaginar por la sensación de seguridad de lo conocido estaremos estancados, y ya sabemos lo que le pasa al agua estancada, demos ese paso entonces a imaginar para que el agua que gobierna nuestro cuerpo sea agua viva, agua creativa, agua que nos lleve a un nuevo amanecer donde los límites no los ponga el miedo sino que la apertura a la Conciencia nos permita transmutarlos para hacer espacio a una vitalidad que nos haga sentirnos lo que somos, parte del Todo.
No te conformes con sentirte menos que apasionado, conectado, vivo. Transforma y transmuta en un permanente cambio que haga de cada amanecer un canto a la vida, honrando tu ser y utilizando toda tu capacidad de ingenio, disfrutando del hermoso camino que es la vida cuando le encuentras el sentido.
Antonio de Dios González